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`El brasero de picón´ #RelatosTD #Concurso #QuédateEnCasa

`El brasero de picón´ #RelatosTD #Concurso #QuédateEnCasa
27 Marzo 2020 | 20:29 - Redacción
Siguen llegando relatos para el concurso que tenemos abiertos desde Tentudía Directo, para estos días que vivimos en España de Estado de Alerta.

Este tercero de Francisca Morato Oliva desde Sabadell . Para participar tienes aquí toda la información.


EL BRASERO DE PICÓN

El burro entró por donde en aquella época entraban todos los animales, por la puerta de la calle que se abría de par en par.

Las herraduras del animal resonaban en el empedrado de zaguán, las pilastras eran quitadas por la madre y la hija. Cuando iba directo al corral, donde la cuadra con un pesebre largo lleno de paja lo esperaba.

Fernando cuidaba del animal como si fuera de la familia. Después de quitarle el aparejo y acariciar el lomo lo dejó que descansara, mañana será un día duro acarreando el picón que quemó el día de antes.

Cuando entró  en la cocina ya no traía las botas llenas de barro, su mujer le tenía las alpargatas detrás de la puerta y la palangana blanca con agua bien caliente en un rincón.

El olor a especias de las roscas que Isabel había estado haciendo en la tarde y el café humeante estaban en la mesa de madera cubierta por un mantel de hule.

Más de veinte años tenía la muchacha que bordaba el ajuar, sentada en rededor de la camilla. Le seguía la abuela con el rosario de cuentas negras en las manos, repitiendo el segundo misterio desde hacía media hora. Padre se sentó después de lavarse cara, cuello, medios brazos y vestirse de limpio.

Madre vino muy diligente a mover el brasero con la badila, un calor llamado sofoco subió de debajo de las naguas que cubrían la camilla.

En la calle chispeaba, la noche cubría el cielo segureño.

Las campanas tocaban a honras. La abuela por fin terminó el rosario, cuando apareció el novio, un zagal de aspecto agradable pero un poco finolis según decía la abuela cuando se iba cada noche.

¡Buenas noches tengan ustedes! La novia apartó el bastidor, arrimó una silla mientras se humedecia los labios.

La voz de madre salió a escape desde el fondo de la cocina donde estaba restregando los garbanzos con una poquita de agua templada, para poner el puchero por la mañana.

¡Siéntese Pepín!

Que si mujer -- está en ello, contesta el marido que parecía que levitaba hasta ese momento.

El novio se rascaba la cabeza dándole vueltas a una idea.

¿Cómo acariciar aquella noche la rodilla de la muchacha? Cuando el calor del picón encendido traspasaba la pana de los calzones.

Aquel zagal espigao sacó la petaca, el mechero de yesca y arrimandolo al suegro, le dijo -- fume to lo que quiera.
Tres cigarros  llevaba el buen hombre fumaos. Pepín pensaba para sus adrentos, este hombre es una chimenea. La novia lo miraba a los ojos y se humedecia los labios.

Entonces la voz cantarina de la madre se escuchó cuando colocó un plato de cid con unas sardinas fritas y la botella de vino tinto.

Se unió a la camilla atizando de nuevo el brasero porque el frío que entraba por debajo de las rajas de la puerta, era mucho.